Resultó que había formas de decir los sueños y las cosas. Llegó un tiempo que todo lo medía en esferas. Ellos estaban ‘marcados’. La paz del valle empezó a medirse en metal…
Los niños comprendieron que la libertad no sería un regalo; habría que encontrarla. Eso no era sencillo para nadie.
Un día de nubes eternas, el viejo sabio dirigiose a los desdichados, y dijo: ‘ya está bien de tanto andar. El rayo está en las piedras del abismo. La dicha, más allá’. Tú eres otro yo.
Los seres de las nubes temieron la guerra. El ángel desterrado vio la belleza en el dolor de las madres y rió ante todos: ‘el más alto se siente en el lodo junto al pié del águila…’
El tal, aquel viajero que viene de lejos a contar, comprendió que la tierra es infinita, y se mueve…
Fue en ese instante que el trueno volvió y las momias de las planicies gimieron y rasgaron las telas allá lejos, en la ciudad.
lunes, 22 de junio de 2009
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