primera lluvia

es sábado en la torre y sólo presto atención a la lluvia. estoy tan avergonzado, respiro la crueldad del hombre, la indiferencia, la soberbia de sentirse en la cima de la pirámide de atención. hay un gato gris muy grande ocho pisos abajo. no corre, no hace más que dar vueltas por el laminado antihumedad. me voy a escapar, termino una o dos cosas pendientes y salgo de acá. enfermedades creadas por los mismos laboratorios que producen medicina? granos para alimentar autos? energía nulear? antenas para despertar terremotos marinos? no, no puede ser verdad. david viñas, en terapia intensiva, seguía comunicando ideas, planteándo a las enfermeras situaciones de debate (todo un galán, al fin), luchando, pensando, riéndo y, si lo dejaban, fumando. ya casi estoy listo. voy a dar un paseo, el paragüas lo dejo en su lugar. galletas para la abuela, briante, ropa sucia. olvidaré todas las citas, nada de consumo, nada de ansiedad, nada de soledad. no me importa quién va a ser el próximo presidente ni la cotización del dólar. las carreras, la competencia, los títulos acreeditadores de vínculos con el prestigio, las enormes colas para llegar antes al altar del supermarket. quién se queda la bacante? todo un concurso, expuestos a la miseria, para recibir como premio un empleo y más y más y más. cuántos de nosotros daremos con un buen sector en el camposanto? tal vez comprando una remera blanca y pintándole un sol rojo en el centro me duela menos.