tres gatos

hay tres gatos en malavertown, por el lado de p.moon/marengo. dos son felinas; micca, duerme en su sillón, en el patio cubierto, frente a una heladera y una cocina en desuso. lunátika sueña en una silla, cerca de la foto de los abuelos. en cuanto a ramone 'el batmita' (único varón en esta historia), reposa sobre el centro de mesa del living. ellos se ponen contentos cada vez que regreso de once. me miran, me hablan, me juegan. dedican sus pocas horas despiertas a rasguñar mis pantalones nuevos, chocar sus cabezas con mis rodillas y pedirme que no me vaya tan pronto. si suena el teléfono se asustan. en ocasiones, corren hasta la cueva más cercana y, una vez allí, observan, enojados. yo les hablo del libro de leonor, ese que los tiene tan cerca. '...los gatos no son aristogáticos...', les grito. los tres parecen aplaudir las palabras de 'después de vos', queriendo más. los consuelo con el resto del pote de yogurt y más caricias. en realidad, son ellos los que me dan afecto cada vez que vuelvo, con mi cuota de intoxicación diaria. ayer estaba cansadísimo y, ya sin zapatos, me arrojé frente a la tv: 'el extraño mundo de jack'. imperdible. al rato, micca se acercó con su aullido, batmita empezó a morderse y lunática saltó sobre mi pecho. sí, a los cuatro nos gusta tim. un poco de historia: micca es gris y la más vieja, pasó por el quirófano local y se la bancó. ramone (blanco y negro) tocó el timbre una tarde de invierno. luna (tricolor, ojitos verdísimos), llegó por la chimenea. tienen de amigo un perro (rarísima situación). el can ladra desde la terraza vecina y habla con todos. se llevan bien cuando pongo esas canciones de ringo... en martínez, en ocasión de visita del corto, supo haber dos lunas y, acá en malavertown, también. los dibujos de cristina lancellotti conmueven a mis gatos (y al perrito), igual que el gran espejo junto al reloj alemán de roberto. mañana estaré fuera más de la cuenta y me van a extrañar. en casa tocaré esas viejas canciones de chica lunar, así, con la guardia baja, los puedo abrazar antes que se den cuenta cuánto estuvieron solos en el día.