nunca más tuvo tanto coraje. las cosas sucedieron en el más fuerte y espontáneo de los estados. no hubo tiempo ni razones demás. los federales vinieron con toda su carga y persiguieron la pista equivocada: 'no, no fue orgullo, fue pena'. los periódicos coincidieron en pequeñas referencias y continuaron con la asunción del senador lipovitch. la señorita martinette, del consejo de seguridad, almorzó sola esta vez. pidió café y se largó tan pronto como sus piés se lo permitieron.
(obra: angius)
domingo, 4 de octubre de 2009
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